Escritura: Arriero buscador

Estoy contento de estar experimentando poniéndole límites a la escritura.

Experimento–>10 palabras al azar. Tienes que introducir 1 palabra cada 3minutos( temporizador) aunque sea de manera un poco forzada.

Aquí os dejo el resultado de mi segundo intento.

Palabras al azar: Arriero, Leer, Historieta, Moverse, Premio, Descifrar, Amigos, Perros, Antorcha, Panzada.

Tiempo total: 30mins.

 

Muchos se preguntaban ¿Cuáles serían las lecturas que el Arriero hacía?

“¿Qué lee este hombre para ser cómo es?”

No es que desobedeciera ninguno de los quehaceres de sus otros compañeros. Cumplía con cada deber, pero la elección de cada palabra y alimento estaban estrictamente cuidados, sus ropajes impolutos y los domingos desaparecía por completo.

Fue un misterio mucho tiempo, pero en el pueblo acabaron sabiendo que lo que perdía a nuestro protagonista eran las historietas.

El domingo viajaba lo más lejos posible en busca de historietas nuevas. Algo que le había llevado a límites ridículos, llegando al extremo de alejarse a caballo 12horas de ida buscando nuevos pueblos y gentes con quién poder hablar, para después tener que moverse de nuevo 12horas de vuelta, terminando exhausto por el esfuerzo( por no hablar de su pobre montura, que después descansaba la semana entera), pero feliz de seguir en la búsqueda siempre al límite.

En realidad ese límite de 24horas le daba alas. Era paradójico, pero era así. Resulta que no envidiaba para nada a aquellos herederos de tierras que tenían más libertad de tiempo, y para él sus obligaciones a lo largo de la semana eran un premio que alimentaba sus sagradas 24horas.

“Espera un momento. ¡Pero 24horas no pueden dar para tanto! ¡Ni siquiera a caballo! ¡Teniendo en cuenta la vuelta mucho menos! Al cabo de 4 o 5 excursiones ya no tendrás nada nuevo que descubrir.”

Este era el comentario que más le gustaba escuchar al arriero buscador. Seguramente el misterio más difícil de descifrar para alguien que no ha salido de su pueblo nunca, y no ha construido nuevos horizontes. Ni horizontes después de esos nuevos horizontes.

El arriero callaba, con una sabiduría digna de un hombre de avanzada edad. Las leguas le habían enseñado todo, incluso que no merece mucho la pena explicar con palabras, si no con acciones a sus amigos.

Pero no nos desviemos de el fuego que mantenía despierto a nuestro protagonista. Asesinatos, robos, secuestros, amores apasionados, brujos terribles peleando con otros solo medianamente terribles. Estas historietas potenciales, que no existían, pero que en algún lugar podrían existir, disparaban su deseo de conocer más.

Como la sensación de los ladridos de perros a lo lejos, durante su pulcra semana de trabajo, las historias potenciales se aseguraban de mantenerse presente y hacerle soñar con lo que pasaría el próximo domingo.

En una ocasión un par de amigos le quisieron acompañar. Pero cuando iniciando la vuelta tuvieron que volver a la luz de la antorcha, viendo que aún quedaba el largo camino de vuelta se arrepintieron enormemente.

Las personas no son conscientes de la cantidad de lugares que están a su alcance. Si tan solo mueves tu dirección de viaje unos pocos grados, al cabo de unas pocas horas acabas en sitios totalmente diferentes. Pueblos diferentes, e incluso lugares abandonados donde el algún momento de la historia ha podido haber vida humana. Por eso 12horas de viaje de ida eran en realidad (aunque la gente no lo entendiera) un ilimitado mundo de posibilidades. Una panzada infinita de kilómetros posibles a la disposición de una mente despierta.

Por eso cada gesto de trabajo se veía diferente en este arriero. Por todo esto de alguna manera la gente detectaba lo vivido en esta búsqueda semanal en cada detalle de su persona aunque no supieran decir ¿por qué?

 

Texto: Keivan Massarrat Garcia 08/XII/2020

 

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